“A menudo, cuando piensas que estás al final de algo, estás al comienzo de otra cosa”
Fred Rogers
Para no levantar falsas expectativas desde la primera línea, diré que este post no pretende elaborar ninguna visión sobre cómo será la actividad de la economía ni el comportamiento en general de las empresas en la etapa post-covid, tema ya tratado con profusión en la amplia producción de informes y reflexiones al respecto realizados durante la etapa dura de la crisis, posiblemente sólo superada por la oferta desbordante de sesiones de webinars. La única y modesta pretensión de esta entrada es reflexionar sobre el futuro de un aspecto muy concreto de la actividad de las compañías: sus planes de transformación digital.
No obstante, si tal como repetimos en nuestro mantra, la transformación digital es una línea de trabajo al servicio de la redefinición estratégica de la organización, cabe pensar que los proyectos de digitalización deberán ajustarse a las nuevas necesidades operativas, a corto, y de reposicionamiento en el mercado, a medio, que precisen las compañías en esta nueva etapa. Y aquí sí que nos pueden ayudar las múltiples opiniones vertidas en estos meses sobre el futuro. Yo me he atrevido a sacar factor común sobre algunas de ellas, fijándome especialmente en las que tienen como origen la opinión de los empresarios, que creo son las de más valor. Y hay algunos retos, preocupaciones y planteamientos de actuación a corto que parece se repiten:
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En materia laboral, la necesidad de ajustar plantillas, impulsar nuevas formas de trabajo y potenciar la comunicación interna para sintonizar mejor con la situación emocional de las personas y de la propia organización.
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En el área financiera, resolver los problemas de liquidez y financiación, recuperando ventas en los productos y servicios con mayor impacto en caja y consolidando la relación y confianza con las entidades financieras.
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En operaciones, preocupa acertar con la previsión de la demanda, ajustar stocks, asegurar las cadenas de suministros y controlar los costes ante la previsible caída de los márgenes.
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Y respecto al futuro, los desafíos se ven ligados al cambio en la forma de relación con los clientes y los proveedores y la necesidad de ajustarse a una nueva demanda de productos y servicios con características renovadas. Todo ello alrededor de un principio que parece irrenunciable: afianzar el propósito, no renunciar a seguir aportando a la sociedad el valor que nos hayamos propuesto
El ejercicio de simplificación indudablemente resta rigor al análisis, pues habrá que pensar que cada sector será posiblemente diferente y, a su vez, cada empresa un mundo. Pero dentro de este planteamiento genérico, con la validez que pueda tener, la pregunta de reflexión sería la misma:
En el nuevo escenario, ¿qué pasa con la transformación digital: se acelera, se frena o solamente se transforma?
Pues la respuesta a bote pronto no está del todo clara. Si nos guiamos por algunas de las encuestas realizadas entre empresarios y personal directivo, por consultoras del prestigio de Deloitte o EY, los planteamientos sobre las iniciativas de transformación, al menos en el corto plazo, no son halagüeños. Según la fuente, del orden del 45% de las compañías piensan recortar inversiones en tecnología y casi el 60% hacerlo concretamente en tecnologías de la información. Por otro lado, casi 2 de cada 3 prevén que tendrán que replantear sus planes de desarrollo digital. Aunque por otro lado, y en un intento de ver brotes verdes, cabría reflexionar sobre los cambios de algunos hábitos que parecen llegados para quedarse, aunque sea de manera atenuada: el despegue del teletrabajo y el salto en el nivel de compra online. Según un análisis de AECOC hay un 20% de clientes que se han ‘convertido’ al e-commerce en el periodo de confinamiento y el 17% cree que se mantendrá activo después de la crisis. Parecen unos datos a no despreciar desde el punto de vista comercial, y que seguro las empresas no van a ignorar.
De todas formas, aunque hablemos de digital no parece que nos enfrentemos a una decisión binaria de parar o no parar. A estas alturas está contrastado que las compañías que apuestan por la adopción digital en sus procesos de producción y comercialización consiguen impactos directos en sus resultados, tanto a nivel de crecimiento como de ebitda. Pero el calado de la crisis, y las presiones que ejerce sobre determinados elementos de gestión, harán que seguramente haya que adecuar los objetivos a las disponibilidades de inversión, y también ajustar el enfoque a nuevas expectativas. Con el riesgo de dejar algún tema relevante en el tintero, los siguientes parece que podrían ser los principales temas de preocupación de los CEO’s, CDO´s, CIO’s en los próximos meses para reformular la estrategia digital.
Listículo de Tips (para maniobrar manteniendo el rumbo, más o menos):
1. TUNING’ A LA REALIDAD DE LA COMPAÑÍA. Parafraseando a Peter Drucker podríamos decir que la realidad se come a la estrategia, así que el primer ejercicio a realizar seguramente será encajar los planes dentro de las posibilidades. Esto es replanificar y reorganizar proyectos, dando prioridad absoluta a las necesidades en el área de finanzas y las demandas más apremiantes en las áreas de personas y operaciones. Pero todo está supeditado a la viabilidad y sostenibilidad de la actividad, así que posiblemente haya que colocar primero los proyectos que generan cash-flow neto a corto frente a los que lo consumen.
2. TUNING’ A LA REALIDAD DEL SECTOR. Cada sector experimentará cambios diferentes según su naturaleza, pero hay que estar atentos a ellos para no quedar desubicados. Hay que intentar moverse alineados con los movimientos del resto de players, ya sean proveedores, socios o competencia. Un ejemplo es la reflexión que parece van a tener que hacer muchas empresas para consolidar su cadena de suministros y rebajar riesgos. Esto previsiblemente dará lugar a actuaciones de digitalización y parece suficientemente importante como para priorizarlo en la agenda.
3. TUNING’ A LAS NUEVAS TENDENCIAS. Hay ciertos cambios que se perfilan como duraderos, entre ellos el teletrabajo y el e-commerce. Aunque creo que la idea de teletrabajo se está tratando de forma demasiado frívola, sí parece que es una línea a consolidar. Una de las mayores demandas que dicen tener los CIO’s en esta etapa es la implantación de herramientas colaborativas, absolutamente ligadas con las nuevas formas de trabajar. Respecto al comercio online el 88% de los nuevos usuarios valora adecuadamente la experiencia y además obedecen a un perfil bastante diferenciado: mujer urbana de mediana edad e ingresos. Ambos casos son dinámicas disruptivas y de alto valor. Tocará ajustarse de forma rápida, porque intuitivamente parece que ambos conllevan un claro ROI.
4. TUNING’ A LA SITUACIÓN DE IT. Hay que esperar que los cambios en el propio sector tecnológico y en la demanda interna empujarán a mover ficha en la gestión de recursos y en la forma de trabajo de los departamentos de tecnología. Se adivinan mayores exigencias en aspectos de ciberseguridad, infraestructuras y soporte remoto. Posiblemente habrá que revisar acuerdos con proveedores y socios para ajustarlos a las nuevas necesidades. Y en cuanto a la dinámica de trabajo, si no estamos ya funcionando con metodologías ágiles habrá que incorporarlas, porque cuando se recobre el pulso, el mismo va a ir más acelerado.
5. Y LAS LUCES LARGAS. Después de sortear todas las curvas que han salido y vayan saliendo habrá que volver a poner las luces largas y recuperar la velocidad de crucero. Hay síntomas suficientes como para pensar que los cambios en los hábitos de consumo, en términos de canal y producto-servicio, y algunos aspectos organizativos de mayor calado, como la relocalización y la tendencia a la redistribución de riesgos, van a necesitar de un ejercicio de reinvención de los modelos de negocio. Y esta sí que es la prueba del algodón para la IT, ver qué puede aportar para enriquecer el portfolio y reformular la propuesta de valor.
Si damos crédito a los futurólogos, hay cosas que volverán a la forma anterior mientras que otras cambiarán para siempre. Y entre esas alternativas parece que va a tener que moverse la transformación digital. Deberá de frenarse, coger carrerilla y volver a saltar, pero rectificando la trayectoria, porque las expectativas y los requerimientos no van a ser exactamente los mismos. Y una vez vuelva a tomar tierra, correr. Correr muy rápido.
Enrique Cacicedo Cadelo
Interim Manager