Transformación: que casi veinte años son nada

“El principal medio de producción es pequeño, gris y pesa alrededor de 1.300 gramos”

Funky Business

 

«El nuevo mundo es diferente. Olvídese del viejo mundo. Olvide lo que aprendió ayer”

“En la era de la información, la información es dinero… Y lo que vale no es la cantidad sino el que sea actual y precisa”

“El recurso clave de una empresa utiliza zapatos y deja la oficina hacia las cinco de la tarde cada día”

“El trabajador con conocimientos globales, que forma parte de una élite, es leal a sí mismo y a su tribu y no a quien le emplea (temporalmente)”

“La estrategia competitiva no conduce a nada. Necesitamos crear estrategias sensacionales”

¿Nos atreveríamos a poner fechas a estas frases?

Son citas literales que podrían estar sacadas de ponencias de algún congreso del último mes sobre transformación, seguramente digital. Todas hacen referencia, de forma más o menos evidente, a ideas actuales: un cambio de era, la importancia del uso de la información, la criticidad de la captación y gestión del talento y la necesidad de ser disruptivos en nuestros planteamientos estratégicos. Sin embargo, a pesar de su frescura, SON IDEAS CON ARRUGAS.

Todas ellas forman parte de un libro cuya primera edición va a hacer veinte años: Funky Business, de los profesores suecos Kjell Nordström y Jonas Ridderstràle, uno de los libros de referencia en la historia de la literatura de gestión. La obra es tan premonitora que incluso su subtitulo es un enunciado de la realidad de hoy: “El talento mueve al capital”. Por contextualizar además su valor, hay que decir que el libro está escrito poco antes del histórico pinchazo de las empresas puntocom a inicios de los años 2000.

Hoy el arrollador tsunami tecnológico nos marca sus pautas innegociables de transformación. Nos apremia a incorporar tecnología como principio de subsistencia, dentro de un abanico mareante de posibilidades que no siempre deja claro el para qué. A reformular totalmente nuestro modelo de negocio para reposicionarnos en la nueva sociedad digital. A luchar a brazo partido por el talento, a veces así de genérico, sin filtros. A movernos a toda prisa, porque minuto perdido es oportunidad desaprovechada. A cambiar nuestras organizaciones haciéndolas más planas, más ágiles, más flexibles, más transparentes, más diversificadas, más integradoras, más igualitarias, más, más.

El conjunto configura una tarea elefante que no facilita hincarle el diente. Y además, se tienden a presentar los retos y las soluciones como totalmente nuevos y revolucionarios, solo comprensibles para unos pocos, sin conceder demasiadas opciones a las experiencias adquiridas. Creando una situación de urgencia en la toma de decisiones con tintes muchas veces apocalípticos.

La transformación es un desafío estratégico clave para la competitividad, y en última instancia la supervivencia, que precisa sin duda de un importante sustento tecnológico, aunque no exclusivamente. No es, sin embargo, un ejercicio nuevo, aunque cambien algunas variables de forma significativa. Por su naturaleza conviene ser abordado desde una reflexión pausada y crítica, sin dejarse arrastrar por los eslóganes de los muchos agentes interesados, que empujan a la precipitación en las actuaciones. La reflexión de este post, es que hace casi dos décadas muchos de estos temas, salvando las diferencias tecnológicas y sociales, ya estaban enunciados como aspectos clave a incluir en la agenda de la transformación del momento. Un ejercicio interesante, y entretenido, es ver que profecías se cumplieron y cuales no (yo creo que unas cuantas sí) y tomar nota:

    • ¿Los conocimientos se han convertido en el nuevo campo de batalla?
    • ¿Las ventajas competitivas se basan en los intangibles y en la gente?
    • ¿Los profesionales ven el trabajo como una serie de proyectos o encargos sucesivos?
    • ¿Ha muerto el jefe? ¿Y el puesto de trabajo?
    • ¿La tecnología marca el ritmo de los negocios?
    • ¿Se ha convertido el ciberespacio en el séptimo continente y tenemos un cibertrabajo y una cibervida?

¿Las empresas que han sobrevivido son solo aquellas que han desarrollado una cultura de innovación y no solo de evolución?Este post no da para un análisis detallado de lo ocurrido desde la publicación de Funky Business y extraer conclusiones de valor para nuestro proceso de transformación, pero el mero hecho de pensar que ya hace veinte años habláramos de resolver desafíos similares, nos hace pensar, que de forma casi intuitiva, podemos apuntar una serie de tips que fijen el talante con el que abordar la fase inicial del proyecto.

Listículo de Tips (para una transformación desde la serenidad)

1. GESTIONEMOS EL AGOBIO. No es verdad que no haya nada nuevo bajo el sol, pero sí que hay cosas que no son totalmente nuevas. Ya las hemos visto y vivido antes, con otros escenarios y actores, pero asimilables. Y hemos tomado decisiones y acciones con sus consecuencias de éxito y fracaso. Así que tranquilidad, reflexión y demos una oportunidad a las lecciones aprendidas.

2. APLIQUEMOS PRAGMATISMO. Los evangelistas, y los hay a granel que se definen como tal, hablan para la gente de fe. Conviene modular la fe y ajustarnos a realidades comprensibles.

3. SEPAREMOS TRIGO y PAJA. No todo lo que se dice tiene por qué ser verdad. No todo lo que se vaticina tiene que ocurrir. Los futurólogos no tienen realmente la clave del futuro, muchos únicamente se dedican a predecir, pero sin una vocación clara de hacer. Y, como sabemos, el futuro no es de quienes lo predicen si no de quienes lo construyen. No pasa nada por desechar propuestas por muy disruptivas que parezcan. El desafío está en elegir, y equivocarse lo justo.

4. PLANTEEMOS EL FUTURO EN EL QUE CREAMOS. Pongamos el sentido común en primer lugar, al poder ser con altas dosis de ambición. Hagamos solo lo que realmente nos resulta convincente. Hay que creérselo y ser capaces de visualizarlo, para después transmitirlo y así tener alguna posibilidad de que se haga realidad.

5. ESCRIBÁMOSLO. Pongámoslo blanco sobre negro. Es la forma de pasar de la reflexión y las ideas a un plan de acción. El propósito y los objetivos deben entenderse y compartirse.

En cualquier caso, estos tips solo son modestas recomendaciones basadas en experiencias propias. Pero los proyectos de transformación tienen mucho de revolucionarios, y tal como apuntaban K.Nordström y J.Ridderstràle: “En las revoluciones se tiran los libros de normas”; así que quizá otra opción a considerar puede ser hacerles caso a ellos.

Enrique Cacicedo Cadelo

Interim Manager



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