«Si todo parece bajo control, es porque no estás yendo suficientemente rápido»
Mario Andretti
Según un reciente informe del MGI, los resultados de las empresas a nivel mundial se han polarizado en los últimos 20 años. Las principales referentes (las superstars) son ahora más grandes, más globalizadas y más productivas. El 10% de las grandes compañías se llevan el 80% de los resultados positivos, obteniendo un beneficio 1,6 veces mayor que el de sus equivalentes hace dos décadas. Por el contrario, el beneficio medio del 60% de las empresas que se sitúan en la parte central de la tabla se aproxima a cero. Lo que hace que cada vez sea mayor el número de empresas zombis, con dificultades para generar flujos de caja que les permitan sobrevivir. La esperanza de vida de una empresa al quinto año de su fundación ronda en Europa el 45%, en España no llega al 40%. Así que si no estamos en el 10% de los top, hay que pensar que alguien se está llevando lo nuestro (aspiracional), calentito.
Competir en este escenario tan desequilibrado puede inducir a diferentes decisiones estratégicas, pero parece que una obligada es la apuesta por la innovación. Una de las características definitorias de las empresas dominantes es su inversión en intangibles. Entre otros, en software, datos, formación, asociaciones para potenciar su cadena de valor y desarrollo de marca. Gastan varias veces más en innovación que el resto, y apuestan por programas de cambio que transforman todo el negocio. O sea, lo de innovar y transformarse parece un tema importante para pillar un trozo de la tarta.
Sin embargo, si pensamos en la innovación asociada al reposicionamiento que requiere la nueva economía digital, parece que todavía quedan demasiadas compañías con los deberes por hacer. A nivel mundial hay una brecha considerable entre el 80% de las empresas que han iniciado procesos de transformación y el 14% que considera que ha alcanzado un nivel de éxito razonable. En España, a pesar de ser conscientes de la necesidad de digitalización, la mayoría (las pymes) no tienen la sensación de urgencia, y su nivel de uso de las tecnologías está por debajo del que tienen sus propios empleados y clientes a nivel individual. Parafraseando a Mark Twain se podría decir que aparentemente estamos por el progreso, pero lo que no nos gusta son los cambios.
La otra variable que completa la ecuación de la competitividad es la rapidez de movimientos. Los ciclos de maduración de productos tienden a acortarse radicalmente y con ellos los periodos del time-to-market. La digitalización y las nuevas metodologías de trabajo ágiles han reducido los TtM en algunos sectores hasta en un 50%. Los nuevos hábitos de consumo empujan muchas veces a que un nuevo producto no pase de ser una versión mejorada del anterior. Se ha asentado el axioma de que si la primera versión que saques del producto no te da vergüenza, es que le has dedicado mucho tiempo.
Así que parece inevitable que para hacerse un hueco en la jungla toca innovar, transformarse para adecuarse a los nuevos paradigmas, hacerlo rápido y no equivocarse en exceso. Las siguientes podrían ser algunas consideraciones, modestas, para avanzar.
Listículo de Tips (para aumentar la aceleración y la velocidad de crucero)
1. ¡¡RECUERDA!!: LA VISIÓN. El objetivo es ir rápido, pero al poder ser sabiendo hacia dónde. Hemos dedicado alguna otra entrada de este blog a hablar de la visión. Es clave. Las prisas no justifican ignorarla. Paso corto y rápido y vista larga. Y pensar que para hacerse hueco es necesario un enfoque disruptivo y que facilite el escalado de las soluciones.
2. PLANIFICA. PRIORIZA. Hay que imprimir velocidad, y si se puede avanzando en varios frentes a la vez sin perder el foco, pero lo normal es que el reto sea lo suficientemente grande como para necesitar ser troceado. Toca tirar de metodología y sentido común. Desempolvar las matrices de valor-coste-viabilidad-urgencia. Y establecer un calendario sustentado en quick-wins. Fundamental para retroalimentar el sentido de realización.
3. ORGANIZA EL PROCESO. A poco exigente que sea el desafío será difícil que pueda ser asumido con la estructura y los recursos existentes. Vas a necesitar recurrir a especialistas de diverso tipo. Toca organizar el ecosistema de colaboradores y captación de talento. Hay que pensar en quien va a liderar. Si es mejor jugar a liberar personas part-time o impulsar una organización dual, con profesionales dedicados a desarrollar e implantar los cambios de forma exclusiva. Apostar por unas formulas u otras tiene impacto seguro en la velocidad, aunque también pueden tener sus servidumbres. En este punto hay que vencer el miedo a cargarse de nuevas estructuras, son transitorias, y pueden dotarse en gran medida con recursos interinos.
4. HAY QUE ABRIRSE: NUEVAS FORMAS DE HACER. Dos elementos fundamentales en el nuevo enfoque: organización por proyectos y metodologías orientadas a la creatividad y a la obtención de resultados rápidos. Hay que incorporar disciplinas como Project Management, Design Thinking (o equivalente) y metodologías ágiles. Es un tema serio. No se trata solo de adquirir competencias, requiere también, y de forma especial, un cambio cultural. El manifiesto ágil es como el rock & roll, una forma de vida.
5. COMUNICA E INVOLUCRA. Todos deben saber, con el detalle que proceda, hacia donde se va. Especialmente aquellos a los que se les requerirá para que dediquen parte de su tiempo al desarrollo de las soluciones. A estos hay que formarles en las técnicas a utilizar, y a todos en las destrezas y mentalidad que las nuevas soluciones precisen. Deben entender porque se aprieta el acelerador, y conseguir establecer una dinámica de aprendizaje continuo e intra-innovación. Posiblemente haya que trasladar la idea del cambio de paradigma: del have-to al get-to.
6. MONITORIZA EL ÉXITO. Hay que empezar por establecer las metas que se esperan alcanzar (definir el éxito) y acto seguido fijar la forma de medir el impacto de las acciones. Conviene tener un ‘observatorio del éxito’ alimentado de forma sistemática. Y si se quieren tomar decisiones que nos permitan maniobrar de forma rápida, posiblemente la alimentación del observatorio deba acercarse a tiempo real.
7. EJECUCIÓN ÁGIL. Si se han adoptado metodologías ágiles como base del trabajo, ellas mismas marcarán en parte la dinámica del desarrollo de soluciones. En cualquier caso, y especialmente si el entorno es de cierta incertidumbre sobre la aceptación de las propuestas, hay que respetar el principio de mvp (producto viable mínimo). Funcionar en base a prototipos y valor incremental. Y cambiar la unidad de medida: resultados por días o semanas, nada de meses o años.
8. MENTALIDAD START-UP Y VENTURE CAPITAL. Cuando se habla de agilidad organizativa siempre pensamos en estructuras y dinámicas start-up. Está bien, es la actitud, sobre todo si es una apuesta sincera y sostenida en el tiempo, no solo postureo de employer branding para atraer talento. Pero si se considera que cualquier trabajo a abordar supone una inversión, la mentalidad de capital riesgo puede ayudar, además de tatuarnos el concepto de ROI. No abordar nuevas rondas de financiación de proyecto hasta que los resultados de la anterior no sean satisfactorios. Y si el asunto se enquista, toca retirada rápida. Para esto es vital alimentar el observatorio del éxito.
Aunque el panorama parece ser un tanto desalentador para aquellos que no consigan situarse en el top, la verdad es que a veces los análisis macro enmascaran otras realidades que hay que encontrar buceando en el detalle. Las empresas nativas digitales, por ejemplo, están cambiando las reglas en algunos sectores tradicionales, con niveles de penetración de productos y servicios digitales cada vez mayores. Ellas sí que han entendido que la creatividad y la agilidad son casi las únicas armas para hacerse un hueco donde orbitan las superestrellas.
Enrique Cacicedo Cadelo
Interim Manager